26 de diciembre de 2008

El año pende.



Podría calificar este año de "annus horribilis", pero lo de annus siempre me ha sonado fatal.

Podría partir el año en dos y se convertiría automáticamente en la cara y la cruz. Una cara que me mira de soslayo y me sonríe como la Mona Lisa, y una cruz que me ofrece un hueco para que me suba y extienda los brazos mientras alguien busca mi vena con el fin de extraerle los ojos a mi destino para que no vea hacia dónde se dirige.

Ayer una amiga me dijo que le iba a preguntar a su péndulo (que, según ella, pocas veces se equivoca) sobre lo que me depara el futuro. Febrero, me dijo, Febrero es la fecha en la cual remontará tu vida, y el péndulo me dice un sí rotundo a la pregunta de si hay un ligue inmediato... ¡Ja!, ese "ligue"me acaba de hacer una pregunta nada conveniente y ha cagado totalmente mis ganas de seguir conociéndolo. Me ha dicho que era una pregunta inocente, a lo que le he contestado que no existen las preguntas inocentes. De verdad que no existen. La única que se me ocurre es "¿Una o dos cucharadas de azucar?".

El péndulo se equivoca. El "ligue" se equivoca. Las noticias se equivocan. La realidad se equivoca. Mi destino se equivoca... Y me pregunto si no me estaré equivocando yo también de batuta, porque esto es un puto desconcierto de año.


13 de diciembre de 2008

Carámbanos de realidad.


Últimamente estoy un poco "out", pero mi vida sigue sin moverse demasiado.

No es que las aguas por dónde navego estén calmadas, ¡es que están congeladas!... Es algo así como patinar sobre una pista de hielo que está dura pero que, en cualquier momento, te puedes caer y hacerte un daño de la ostia... Yo casi que prefiero navegar por aguas con marejada y olas dónde es cierto que te puedes marear pero que, en el caso de caerte, lo haces sobre el agua y el impacto no es tan demoledor.

El otro día él me llamó. Estaba en la Universidad y se acordó de mí por una peli que estaban poniendo. Después de una larga conversación sobre aspectos de la vida que nos rodea actualmente, me sentí tan normal, sin bajones, ni malos rollos, ni melancolías, ni dolor, ni nada raro...., tan tranquilo. Me volvió a repetir que quedáramos cuando yo quisiera y yo le contesté "No sé", a lo cual se rió, porque sabe perfectamente que mis "no sé" siempre significan "no".

Y aquí sigo, con los patines puestos haciendo trompos a trompicones, manteniendo el equilibrio como puedo en unas finas y afiladas cuchillas, sin saber en qué puto iglú cobijarme y con los pies fríos porque ya no hay recuerdos que me los calienten.


21 de noviembre de 2008

Pintándome a carboncillo el iris.


A veces me gustaría pintar con carboncillo el iris de mis ojos para no ver la vida tan clara como la veo. Difuminarlo todo a golpe de pincelada para no poder reconocer las cosas que me son tan obvias y que me duelen por dentro.

¿Os imagináis a alguien con los ojos pintados a carboncillo? Sería como mirar a un canal de televisión codificado, sin saber qué película están poniendo en ese momento, sin saber qué pensamiento recorre, en forma de zig-zag, los pliegues de su cabeza... Sería estupendo.

A veces me gustaría ser menos transparente y que me codifiquen la mirada. Que me pongan contraseña por dentro para poder entrar, que me encripten los puertos para que nadie se cuele con tanta facilidada a robarme sentimientos, que me inserten una caja fuerte blindada en la mitad del estómago para guardar todo aquello que no quiero que se sepa y que se escapa, irremediablemente, por las tonalidades verdes de mis ojos.

¿Alguien tiene un lápiz para prestarme?

16 de noviembre de 2008

Autovías que pinchan.


Ayer dos párrafos de películas se insertaron bajo mi epidermis:

"Existimos porque alguien piensa en nosotros y no al revés" - Princesas -

"Narra la leyenda que había un pájaro sin patas que no podía dejar de volar y que cuando un día se cansó se durmió en el viento... Cuentan que ese pájaro sólo se posó una vez en tierra, justo el día en que murió". - Days of being wild -

También ayer una llamada impulsiva se me clavó en la boca del estómago.

-Oye, ¿vas conduciendo?
-No, va conduciendo un amigo...

Y no necesitaba la información de quien iba a su lado por la autovía camino de Dios sabe dónde. No la necesité pero me la dió. Y me los imaginé compartiendo confidencias en un coche mientras un chispazo eléctrico recorría las circunvoluciones de mi cerebro cual maratón de rinocerontes. Y fue ahí cuando sentí como si un cubo de agua fría me helara las ganas de volver a saber de él. Sí..., me arrepentí de haber echado de menos los buenos momentos que pasamos juntos. Me arrepentí de haber necesitado oír una voz que me conociera 100% para mostrarme tal cual. Me arrepentí de haber marcado su número de teléfono.

Y llegué a la conclusión que a veces es mejor meterse el dedo en el culo porque, de seguro, se lo pasa uno mejor.



8 de noviembre de 2008

Desde el hígado pa fuera.


Muévete por la hebilla que aprisiona mis pensamientos y enciérralos en aquel desván polvoriento de las malas ideas que está en el primer piso. Cúbrelos con un plástico y córrete encima de ellos. Entonces míralos de cerca, que no te dé asco porque no te los tienes que comer, sólo observa todo lo que te he ofrecido y lo poco que has dado tú. Sólo eso.

¿Los oyes gritar?, te llaman cobarde. Cobarde de mierda. ¿Te lo deletreo?

Sólo espero que los tuyos, tus pensamientos, algún día te digan lo que yo nunca te quise llegar a decir por no ser demasiado cruel. Y, de igual manera, espero que ese día estés bien atento, tanto como lo estuviste para recibir lo mejor de mí. Al fin y al cabo..., lo poco que dejaste que te diera de mí.


1 de noviembre de 2008

No es Haloween.


Y soplas para que la lucecita con nombre propio se apague pero resulta ser como las velas esas trucadas que se ponen en las tartas de cumpleaños, descubres que no termina de hacerlo del todo aunque te dejes los pulmones en el intento. Se resiste.

Y te da miedo humedecerte los dedos y apagar la mecha por si te quemas, por si la pierdes del todo, por si desaparece realmente. Pero sabes que tienes que hacerlo. Es una causa perdida. Lo sabes.

Y, mientras, la vida mueve ficha y tú..., tú pa la casilla de salida con una vela derretida en la mano. Parezco un fantasma y no es Haloween... Es mi vida.



27 de octubre de 2008

Destellos falsos.


Uno a veces se deslumbra cuando encuentra a alguien que es como un rayito de luz de esos puros y genuinos que notas que destaca entre tanto láser artificial y luz fluorescente que puebla la mayoría de nuestros días.

Uno a veces debería tener a mano unas gafas de sol para que no pase nada de eso, y es que he llegado a la conclusión de que, en la mayoría de las ocasiones, todo es un efecto óptico obra de esa optometrista tan hijadeperra llamada soledad. Sí, esa que maneja las percepciones a su antojo.

Y me gustaría graparme los ojos y andar a tientas porque creo que el tacto no engaña o, al menos, lo justo. Y, tal vez, poder tener una lupa que se ajuste a la realidad y que no maximice las cosas ni las haga más grande de lo que realmente son, ya que está visto que la magnificación "granhermana" de mis cuatro paredes también me afecta.

No sé, hay veces que parece que no he aprendido nada a lo largo de todos estos años. Y me daría de ostias por ello, y me diría a mi mismo "¡Ya te lo dije, tontolnabo!", y miraría hacia abajo, avengonzado, buscando un hueco en el suelo para meterme dentro y echar raíces en el país de "No volveré a tropezar otra vez con la misma piedra", a ver si así...


22 de octubre de 2008

El tablero de ajedrez de mi vida.


No sé por qué pero siempre me muevo saltando del blanco al negro dejando bajo mis pies los múltiples tonos grises que pueden tener las cosas. Es como un deporte olímpico para mí, pero no puedo evitarlo. Es como vivir en un sempiterno tablero de ajedrez, que, obviamente, tampoco puedo evitar.

E. dice que soy demasiado radical y tiene toda la razón del mundo, pero para mí sólo existe el "sí" o el "no", el "estar" o el "no estar". Me gusta saber lo que hay y lo que no hay, o una cosa o la otra, pero no la del medio que no es ni chicha ni limoná. Esas medias tintas me hacen sentir que pierdo el tiempo y, a causa de eso, me agobio porque quiero saber las cosas antes de tiempo y colocarlas en la casilla del blanco o del negro y, así, quedarme tranquilo.

Yo quisiera poder observar las diferentes tonalidades que tienen los acontecimientos, los sentimientos y las emociones. Yo quisiera controlar todo lo que me pasa por dentro y, a la misma vez, no ser un puto obsesivo compulsivo emocional que tiene que ponerle nombre a todo para saber a lo que se enfrenta.

Voy por la vida con la jodida máquina esa de ponerle etiquetas a las cosas y juro que hay veces que me dan ganas de escribir "Imbécil" y pegármela en la frente... Y lo peor de todo es que estoy seguro que las letras estarían escritas en blanco o en negro, nunca en gris.

Hay que joderse.


12 de octubre de 2008

Pasan...


En estos días la coraza que yo mismo me he ido zurciendo sobre la piel para no dejar pasar nada dentro tiene poros minúsculos que dejan tamizar, poco a poco, resquicios de sensaciones ya olvidadas.

En estos días las gotas de lluvia con forma de enormes ojos marrones amenzan mi paz interior. Intento usar las pestañas de paragüas..., pero están lejos. No puedo.

En estos días la cabeza me hierve, el corazón se me fríe, las ideas se cuecen y el tiempo se me está quemando.

Ya sé que lo mío no es ser Arguiñano. Lo sé.

4 de octubre de 2008

If you want me...

Me he sorprendido a mí mismo de pie, rozándome el pelo con el cordón del tendedero del balcón mientras fumaba y miraba los ladrillos del edificio de enfrente escuchando serenamente a Mirketa Irglova.

Y simplemente he deseado que fuera una mano de carne y hueso la que, en realidad, lo estuviese haciendo. Que los dedos se colaran dentro de mí para hacerme cosquillas. Que, con buena ortografía, fueran describiendo olas rizadas en mi cabeza y, de esa manera, una marejada de cariño me salpicara la coronilla. Notar lentamente como un remolino de emoción se enreda en mi remolino de nacimiento. Y, finalmente, ahogarme entre los dedos y agarrarme a ellos como si fuesen salvavidas.

Y, en vez de eso, el alma se me salió por la boquilla y se diluyó en el aire frío de la noche. Como el humo. Como la melodía de la canción. Como yo mismo.


2 de octubre de 2008

Una para la sala C.


Y cuando miras hacia atrás parece que todo pasó hace años y, en realidad, fue hace escasos meses. Me refiero a él. Me refiero a mí. Me refiero a cuando éramos un nosotros.

Es curioso, me vienen imágenes en blanco y negro y con gusanillo, como si todo hubiera sido una película antiquísima que en vez de hora y pico hubiera durado 6 años. Una tragicomedia francesa que fracasó en taquilla y que fue masacrada sin piedad por la crítica.

Y entonces paras de comer palomitas rancias y te das cuenta que estás solo en el cine, que los títulos de crédito ya han acabado hace mucho, que sale un olor bastante desagradable del cuarto de baño y que tus pies se dirigen hacia la salida no sin antes buscar la linterna del acomodador para que todo resulte un poco más sencillo.

Y es que son solo 35 milímetros lo que separa el amor del odio, por eso a veces se confunden. Malditos.

Y te llevas el Oscar de las decepciones a casa, lo pones debajo de la cama para que se haga un cómodo refugio de telarañas y, finalmente, cierras los ojos para intentar leer los subtítulos de tus propios sueños... A ver si, al menos, eso te sirve de algo.

30 de septiembre de 2008

Bostezos de sexo.




Qué pereza me da follar con extraños, oye.

Hacía tiempo que no me tenía que plantear yo este tipo de cuestiones, pero me he dado cuenta de que estoy de un pasotismo que asusta y tira pa´trás, maripuri.

No soy yo de esos que quedan con alguien por chat para echar un polvo de urgencia, ni de esos que intercambian dos miraditas con alguno y, hale, para el catre. Debo reconocer que para esos menesteres soy un poco mojigato y tradicional. Que más quisiera yo que no tener reparos en intercambiar dos palabras y, acto seguido, intercambiar fluidos corporales como quien comparte una bolsa de palomitas en el cine. Lo confieso, soy algo opusino en ese sentido (¡que alguien me lo saque de dentro, por favor!).

Y ya es mala suerte que mis "ex" apetecibles vivan lejos y no estén más a mano, porque con ellos no me importaría quedar de vez en cuando para follisquear (con el último no, claro). Ya sé lo que les gusta, ya saben lo que me gusta, dónde, cómo, con qué y no tengo que ir de detective Gadget en camas ajenas y que se repitan escenas como: "¡¡Adelante Gachetodedo!!" y oír "¡Ah, no, que mi culito no se toca!" o cosas por el estilo. Qué pereza, virgensanta, qué pereza.

El ligoteo sexual implica predisposición y dotes comerciales, cosa que yo ahora mismo no tengo... Por poner un ejemplo sería algo como: "¿No te apetece probar mi tracción trasera? Es ideal y funciona realmente bien", o "¡Rápido!, invierte en mí, soy un valor seguro y con la polla en alza", o también "Bienvenido a la república independiente de mis sentimientos. Esto es sólo sexo", o "Yo soy pirolítico, por la mañana te levantas y la cama estará limpia, ni rastro de mí". Algo así.

Mira que me empeño en poner las cosas difíciles, porque no lo son tanto, os lo aseguro. Follar es relativamente fácil en el mundo gay..., eso sí, follar bien y con calidad es otro cantar. Otro concierto muy diferente.

En fin, esta visto que no tengo salida... Salido sí, de eso sí que tengo mucho.

25 de septiembre de 2008

Soportándola.


Ángeles terribles me acompañan esta noche. Es la soledad que lleva alas en la espalda y rizos rubios. La miro y pienso que por mucho que se disfrace la reconozco a leguas. No me engaña.

Tampoco llega a ser dolorosa, sólo molesta, quizá escuece, pero basta con soplar en la herida para que se calme. Y, en realidad, no soplo, simplemente susurro palabras que sé que sirven de mercromina para que cicatrice.

Mírala, revolotea con sus alas encima de mi cabeza deplegando ese olor naftalínico que tiene la melancolía. Y yo sin mascarilla.

El móvil se ilumina y saltó del sofá como si fuera un resorte. Miro la pantalla y leo "Batería baja". Argh, hasta el móvil me hace la puñeta esta noche. Hijodelagranputa.


14 de septiembre de 2008

Juego de adultos.



No quiero escribir sobre como, nada más llegar, la habitación me pareció desierta de sus cosas y todo, repentinamente, se convirtió en un triste agujero negro que en vez de absorber todos los recuerdos me los devolvió de sopetón y en plena cara.

Tampoco voy a hablar sobre las perchas huérfanas, los cajones llenos de aire, la cama desnuda y demasiado grande, las sombras chinescas de la pared que parecían mofarse de mí... No, no quiero.

En realidad no quiero hablar, ni quiero que me hablen de él. Esos momentos ya pasaron, pertenecen al pasado. Todo está dentro del saco de las decepciones, ese que pesa más que los otros y que un día lancé al océano de las lágrimas saladas. Ahí está bien.

Ahora vivo la vida como un juego de Lego, intento encontrar piezas que me valgan, compruebo que encajan y voy construyendo poco a poco. Apenas he empezado por la base y me está costando horrores, pero nunca nadie dijo que fuera fácil.

Si tenéis alguna pieza repe ya sabéis. Os lo agradeceré eternamente.


9 de septiembre de 2008

Con "v" de ...


La "v" de la palabra volver siempre me pincha con su vértice en el lado izquierdo del corazón y en el derecho de la cabeza.

Mañana vuelvo. Mañana notaré el pinchazo.

Mañana mientras duerma los fantasmas me rozarán con sus sábanas en la cara y, aunque intente evitarlo, escucharé "te quieros" olvidados bajo el sonido sordo de las cadenas fantasmales que se arrastran por mi columna vertebral.

Mañana escarbaré en los cajones que un día fueron suyos para encontrar una pista o, quizá, un agujero donde poder esconderme los días que le eche de menos. Agazapado. Muy callado. Pequeñito. Mientras respiro.

Mañana vuelvo a Valencia, que también empieza por "v", y lo hago para intentar limar ese vértice y que no me pinche más. Echaré mano de alguna lima marca "valentía" que, al fin y al cabo, también empieza por "v". Ironías de la vida.

Y no hace falta que llegue mañana para llorar con este vídeo. Hoy es un buen día para hacerlo.


Sigur Ros - Viorar vel til Loftarasa

7 de septiembre de 2008

Yo te bendigo en el nombre de Armani...


Tengo resaca de caviar. Es normal teniendo en cuenta que ayer fui a un bautizo de esos pijos celebrado en un resort para turismo residencial dónde los extranjeros pueden jugar al golf y vivir en medio de la nada con todas las comodidades y lujos habidos y por haber.

El caso es que no me gustan las celebraciones familiares multitudinarias, y no es que mi familia sea pija, todo lo contrario, los pijos son "los otros". Sólo hay que buscar el corrillo de "machos" bebiendo cubatas y hablando de futbol a gritos... Sí, esos que balbucean cosas ininteligibles con la cara roja son mis familiares.

Estuve hablando de cosas triviales y estúpidas con gente que hacía siglos que no veía y que tampoco tenía ganas de ver, aunque siempre hay alguna excepción por ahí suelta que te alegra encontrar y que tiene una sonrisa de las de verdad.

Y mi primo (el del bautizo) llora con un "O sea es que, ¡buaaaah!" muy sonoro mientras me doy cuenta que uno de los camareros me está mirando más de lo normal con esa mirada de "Sí, sé lo que eres", y entonces le devuelvo la mirada en plan "Yo también sé lo que eres tú, ¿qué te crees?", y así nos tiramos toda la comida, miradita tras miradita. El único contacto verbal que tuvimos fue cuando me preguntó "¿Quiere usted vino tinto, señor?", "Sí, en la punta de tu polla", estuve a punto de contestarle, pero simplemente le dije "No, gracias". Maldita sea.

Y nos pusieron un satay a la salsa de no sé qué y que, traducido, era pollo pinchao en un palo, y solomillo rodeado de panceta a la vinagreta con piñones, que resultó ser dos mini-medallones de carne que me dieron ganas de ponerme uno en cada ojo (que seguro que cabían), levantarme y decir "Bip, bip, me voy al mcdonald de mi planeta, ¿alguien se viene?"

Y al final de la jornada van y me encasquetan un centro de mesa para que lo baje, siendo que no hay nada más cutre que llevarse los centros de flores de las bodas. Ya en la calle me cruzo con un grupo de jovencitos extranjeros rubios, fibrados y buenorros y uno de ellos, mirando a las flores, me dice "Oh, ¿It´s for me?", a lo que le contesto "Yes, it´s for you", pero pasan de largo sonriendo de buen rollo mientras me quedo mirando una flor lila que está a punto de quebrarse y caer al suelo justo igual que mi santa paciencia.


2 de septiembre de 2008

Tiene narices...


Ayer vi su nariz. Sí, simplemente su nariz en la cara de otra persona que no conocía de nada, pero era la misma..., era la suya. No había duda.

Después de quedarme un rato mirándola le hice un saludo con la mía, como moviendo las aletillas intermitentemente, pero pareció no darse cuenta, siguió recta y distraida en el rostro de aquel chico llamémosle "X". Estoy seguro que era la suya. La reconocería hasta en el fin del mundo de las narices perdidas.

Esa misma tarde me tomé un granizado de yogur y frutas del bosque con mi amigo E. El caso es que, en un momento dado y debido a que todavía no ha empezado el instituto, nos encontramos totalmente rodeados de jovencitos con las hormonas alteradas y granos en la cara y unas jovencitas de pintalabios suave y pendientes de aro e, irremediablemente, me dio por pensar en mis años mozos.

Llegé a la conclusión (y así se lo dije a E.), que he perdido mucho tiempo en mi vida, sobre todo a esa tierna edad. Me he perdido tantas cosas que sería incapaz de enumerarlas, y todas por voluntad propia ya que en esos momentos no veía más allá de las paredes de mi habitación (ni quería, yo estaba en mi armario creyéndome el único gay de este mundo). "¿Algo tendrás que haber hecho?", me preguntó E., a lo que conteste que sí, "mirarme la barriga".

E., escrutándome con cara de circunstancia mientras se tomaba su granizado de sandía, me dijo "Pues mira, eso que tienes hecho. Seguramente estos chicos llegará un momento que tendrán que pararse, poner el freno y mirarse la barriga un tiempo. Y tú eso ya lo tienes hecho, ¿no crees?".

La verdad, nunca lo había visto desde ese punto de vista. No sé si E. tiene razón o no, lo que está claro es que a estas alturas no me voy a poner la gorra para atrás, coger un monopatín y lanzarme a la calle a bebérmela cual calimocho..., me basta con pensar que no he malgastado tantos años de mi vida y que, de alguna manera u otra, sirvieron para ser como soy y saber lo que sé... No hay nada como cambiar la perspectiva de vez en cuando. Yo creo que deberíamos cambiarla igual que hacemos con la ropa interior. En ocasiones las perspectivas que tomamos se nos pegan en la entrepierna y molestan.

Y es que hay veces que tiene que venir alguien y darte un toque de atención para darte cuenta de las cosas... Aunque sea la nariz de un desconocido. Aunque sea un amigo que te mira a los ojos con granizado de sandía en la comisura de los labios.


31 de agosto de 2008

Momentos ye-yé.


Son esos momentos "mascarilla de oxígeno" los que me salvan de morir asfixiado en la rutina de estos días. Son esos dónde abres la boca, hinchas los pulmones al máximo para guardar aire puro dentro y, acto seguido, sueltas una carcajada procurando no morder el momento ni hacerle daño, sino todo lo contrario, intentas saborearlo poco a poco y hacerle cosquillas con la lengua donde sabes que más le gusta.

Esta semana he hinchado los pulmones lo más que he podido, los he sacado a pasear al aire puro de las risas, han corrido libres por el camino de las mandíbulas batientes y una vez terminado se han colocado un poco más renovados y esponjosos en su lugar de siempre.

Ha sido como vivir en una sempiterna canción ye-yé, de esas felizotas que rezuman ñoñería y buen rollo y que he descubierto hace poco. Sobre todo gracias al CD que me han grabado unos amigos y que también han decorado estupendamtente (véase foto).

Ahora sólo quiero ir por la calle bailando música ye-yé para vivir tiempos felices, o al menos para intentar atraer tiempos felices, que haberlos haylos (o eso dicen)... A ver cuánto me dura, señores.

¡A bailar todos!


23 de agosto de 2008

Días tontos.



Ultimamente lloro por todo, por cualquier cosa. Hacía mucho tiempo que tenía el grifo seco (y no me refiero precisamente a la polla), pero ahora es algo que me es difícil controlar.

Las películas se llevan la palma para emocionarme, pero también valen canciones e incluso programas de televisión. Soy un blandiblú andante y no me gusta ser así porque, vale que no soy tan duro como Walker Texas Ranger, pero ni una cosa ni la otra.

Y me pregunto hasta cuándo tendré "resaca emocional", de esa que en vez de martillearte la cabeza te martillea el corazón, de esa que te hace un nudo marinero en el estómago y te deja la boca reseca por los besos que ya no das. De esa dónde sólo te apetece estar en la cama, en el sofá o en sitios dónde no incluya la presencia humana como artista invitado.

Y me pregunto por qué no venden en la farmacia pastillas contra este tipo de resaca, porque si hay parches para los que están dejando de fumar y metadona paro los que se están quitando de la droga, ¿por qué coño no inventan algo para la resaca emocional que siento? Estoy casi seguro de que se podría hacer algo al respecto ya que el amor es una adicción como otra cualquiera y cuando te lo quitan, o desaparece sin más remedio, te da el mono al igual que un drogadicto.

¿Eso quiere decir que estoy en rehabilitación? Dios, se me va mucho la cabeza, y lo peor es que creo que no es un síntoma de la resaca, sino que es de nacimiento.

Suspiro y sí, se me va la cabeza porque el corazón se me fue a mitad de julio y aún no ha vuelto.


19 de agosto de 2008

Maldita seas, Carrie.



Me cago en Carrie Bradshaw y en su estampa cochina, así de claro.

Debo confesar que cuando empecé a ver "Sexo en Nueva York" no me gustó demasiado hasta que, finalmente, me terminó enganchando ese tono descarado e irónico que tienen algunas de las protagonistas de la serie que, como muy bien dicen en "Padre de Familia", va sobre tres tías que viven en Nueva York y su madre.

Ayer mismamente me dispuse a ver la película que hace poco estrenaron basada en la serie del mismo nombre. Ni más ni menos que dos horas y media de glamour, tacones, dinero, sexo, modelitos de marca, superficialidad y mucho, mucho amor. Y, digo yo, ¿pa qué coño necesito ahora mismo que me hablen de amor?, pues ayer tuve dos tazas y media con picatostes incluídos.

Parejas que se pelean, parejas que cometen errores, parejas que piden perdón, parejas que están destinadas a amarse para siempre, parejas que rompen, parejas que se reconcilian, parejas que se emparejan, parejas entre rejas, parejas que lo celebran con almejas, parejas que se comen las orejas... ¡AaAaAaah!

No, no necesito esa clase de información errónea e inflada como un souflé que viene de EEUU. Que sí, que se rumorea que el amor es universal, pero yo creo que lo inventaron los yanquis con películas como "Cuando Harry encontró a Sally" o "Titanic". Pues no señor, Carrie y sus tres amigas deberían dedicarse a hacer obras benéficas, vestir de Zara, beber Nestea, veranear en Benidorm, comprar "Pato WC" en el Mercadona y hacerse un dedo todas las noches y no pensar siempre que el amor es lo más importante y lo que te rellena plenamente por dentro como una empanadilla de pisto manchego. Que no me engañan, coño, que no.

Y todo esto sin subirme a unos tristes Manolos. Señor qué cruz.


16 de agosto de 2008

Rituales.



Y salgo a la entrada de mi casa para el ritual de todas las noches.

Enciendo la música, me dejo llevar por ella, saco medio porrillo, me lo fumo y, mientras, observo el mundo de las sombras, que, creo, siempre es mucho más interesante que el que tiene lugar a la luz del día. Lo mismo tiene algo interesante que decirme, lo mismo tengo algo interesante que decirl(m)e. Entonces me asomo y veo a una vecina caminando por la rotonda a pasos cortos (es ya muy mayor, de pelo cano y piel decrépita), parece un alma etérea, una imagen casi fantasmagórica, va sola, con su pena como sombra mientras anda y estira las piernas al fresquito de la noche. El año pasado murió su marido y, la verdad, ninguno de los dos me caía muy allá, sin embargo la miro andar y me invade una especie de tristeza distinta a la tristeza de llorar..., es como una tristeza empática, como la que parece sentir ella ese preciso momento. Lo proyecta su figura, sus pasos, su sombra...

A la noche siguiente volví a salir para mi ritual diario y allí estaba ella otra vez, como la noche anterior, casi levitando por la carretera. Entonces caí en la cuenta de que ese era su ritual, como el mío es salir a la entrada a escuchar música y ver la vida pasar a golpe de calada. Estaba haciendo lo mismo que yo. Ahora entiendo lo de la tristeza empática.

Quizá puede que sea una invención de mi cabeza y que sólo ande porque el médico le ha dicho que es bueno para las varices, pero prefiero pensar que es su ritual. Ese simple pensamiento me hace sentir menos solo.

Y yo, la verdad, creo que debería cambiar mi ritual por otro. Algo así como una partida de póker nocturna contra mi soledad..., para ver quién gana. Entonces la miro directamente a los ojos. La desafío. Despliego mis cartas. Escalera de dolor... ¿Qué?

Gano yo.


1 de agosto de 2008

Fluir.



La mejor crema protectora para no quemarte por dentro es no pensar en las cosas; declararte en huelga de pensamientos, sentimientos y actitudes. Es algo parecido a ir como un autómata por la vida. Un autómata que mira al suelo para no caerse y, a la vez, en búsqueda de paraísos podales, ya que para un fetichista como yo eso de que todos los tíos vayan con chanclas es maravillosamente excitante. Por eso en verano nunca me tropiezo. Miro al suelo con devoción en busca de un Dios con forma de uña.

Crema marca "levedad" me estoy echando. Está bien de precio, oiga. Yo me he comprado dos botes.

Ni Javier Marías, ni Cunningham, me apetece leer a Marian Keyes y embarrarme de superficialidad estúpida y efectiva. Eso es lo que hago por el momento.

Ayer tuve ganas de llamarlo (cosa que sólo hemos hecho 2 veces en 20 días y con resultados irregulares), pero no lo hice. Tuve ganas de cortarme los dedos para no poder señalar la dirección hacia donde tengo que ir. Tuve ganas de arrancarme las ganas y hacerme un broche con ellas, pero no lo hice.

¿Habéis vivido alguna vez en una vena atrofiada? Yo sí. A ver si encuentro un agujerito por donde salir y poder fluir. Echo de menos fluir.

Quiero fluir.


11 de julio de 2008

Corazón de patata.


Pues sí, tengo el corazón hecho una patata. Corazón de patata, que diría Anne.

Finalmente la profecía se cumplió y todo se ha roto entre él y yo. Han sido 6 años. Se dice pronto (prueba a decirlo)... Y aún tengo humor para bromear, hay que joderse.

Me siento extraño. Me siento en el balcón y veo a un señor echar una bolsa de ropa que ya no le sirve a un contenedor específico para eso. Se va.

Me siento inseguro. Me entran ganas de bajar, quitarme la piel a tiras y tirarla al mismo contenedor que el tipo de antes. Al fin y al cabo es mi ropa de todos los días. Además, es lo que siento ahora mismo, como si estuviera en carne viva, sin piel. No habría mucha diferencia.

Me siento triste. Todas las letras de las canciones cobran sentido. Hasta la más estúpida del mundo.

Y ya no huelo a abrazos, sólo a sudor. Es eso. Sin amor la magia se esfuma y el olor a abrazos se convierte en sudor.

Sudor e interrogaciones. Es el título de éste, mi verano.


5 de julio de 2008

Escocerá, lo sé.


El martes que viene acabo en mi trabajo y, estoy casi seguro, que un día de estos también acabaré con la relación que mantengo desde hace 6 años. Y no, no voy a lloriquear por aquí diciendo lo desgraciado que soy y lo mal que me trata la vida, porque no me siento así..., porque no soy así.

Tengo un problema, y es que cuando estoy enfadado no me afecta casi nada, ni la tristeza, ni la pena, ni nada de nada. Es justo cuando el cabreo se esfuma cuando todo viene de golpe y, entonces, empiezo a pasarlo mal. Es como cuando alguien corre un maratón y al día siguiente aparecen las agujetas en forma de dolor.

Ahora mismo estoy enfadado, y creo que me está durando demasiado. Por eso no puedo sentir ni calibrar el dolor futuro que seguro que vendrá a visitarme... No es bueno pero no puedo evitarlo.

Ojala todo fuese más fácil. Ojala todo estuviese rodeado de silencios, como en una película de Kim Ki-Duk donde la vida transcurre entre soplo y soplo del aire calmo que sale por la boca cuando exhalamos. Algo así.

Y en el último plano de la película alguien dice una única palabra que te salva, esa que te agarra con sus letras y te eleva, la que con su entonación te limpia la negatividad de dentro de los oídos, la que con su significado insufla sangre a tu corazón seco como una pasa, la que te rellena el estómago de inmediato y da de comer a las mariposas de nuevo, esa que impide que te duermas para siempre en un silencio puntiagudo e incómodo.

Esa.



18 de junio de 2008

En algún semáforo de alguna esquina.


Uno, dos, tres, cuatro

Absorto y al lado de un semáforo Alfredo contaba cada uno de los pasos de cebra que le separaban de la otra acera y, de paso, fue enumerando los fracasos sentimentales que había tenido en lo que llevaba de año… Estaba mal, lo sabía, pero era lo que solía hacer cuando se aburría. Y así, de repente y de manera casi fantasmal, un chico con chaqueta pasada de moda y que paseaba a un perro de pelo desgreñado se paró a su derecha como si siempre hubiera estado allí.

Paró de contar en seco y miró a sus nuevos vecinos de semáforo saludando educadamente con la cabeza. Pensó que el gesto había quedado como si tuviera un leve tirón en el cuello, pero era más de lo que hubiera hecho si en vez del atractivo chico con mal gusto a la hora de elegir chaquetas hubiera sido una señora de permanente bufada y caniche altanero.

¿Por cuál iba…, era el tres?

Alfredo quería continuar pero aquel perro despeinado empezó a husmearle la pierna de una manera que parecía como si le estuviera juzgando por oler de la manera que siempre olía. Notó, incluso, cómo lo miraba de manera reprobatoria desde abajo mientras le recorría el zapato con el hocico.

-Qué mono –dijo irónicamente- ¿Cómo se llama?

- Su nombre es “Buscopasivo”.

-Ah…, vaya…

No se le ocurrió otra cosa que decir, así que miró al frente y siguió contando “tres, cuatro, cinco…”. Sin embargo el chico de la chaqueta no se movió ni le quitó ojo de encima. Esperaba una respuesta, una señal.

-… Seis… ¿O sea que se llama así por alguna razón en especial?

-Sí, bueno… –respondió algo confundido-. Es un perro muy juguetón y necesita desfogarse muy a menudo. Busca compañero.

-¿Y a poder ser pasivo, no?

-Claro, a poder ser.

-¿Y a ti te gusta que te pisen? –preguntó Alfredo a bocajarro.

-Hombre pues…, el rollo fetichista no me va demasiado. ¿A ti sí? Todo es ponerse, qué quieres que te diga. Podría probarlo.

-No, si yo lo digo porque te vas a convertir en un paso de cebra más para mí. Está claro.

-… No pillo eso del paso de cebra, tío. Sólo sé que estás buenísimo y tengo la polla tiesa y ardiendo. ¿Te hace o no? -dijo tocándose el paquete.

-Me hace… Me hace daño, pero prefiero eso a que mi vida sea un semáforo en ámbar constante.

-Eres raro, muy raro, pero del polvo que te voy a echar te vas a olvidar hasta de cómo eres.

-Ojala… Ojala sea verdad eso que dices.


14 de junio de 2008

Un chupito de porno lírico.



Viajar por la espesura de su semen..., eso es lo que deseo hacer.

Le veo sentado en el metro, detrás de los arbustos, esperando en un semáforo, comprando un paquete de azúcar, paseando, rondando por el filo de mi fantasía como quien espera el turno para pasar.

Claro que sí, pasa dentro, pasa muy dentro y quédate ahí. No te salgas nunca, quiero sentirme lleno de ti y, a la misma vez, navegar por las olas de tu semen hasta ahogarme en él y que me tengas que hacer el boca a boca para devolverme la vida que me quitas cada vez que irrumpes en mi cabeza y en mi culo.

Quiero pegarle un trago al mar que te sale por la polla, salado e hipnótico. Lánzame los salvavidas..., los tienes ahí, quiero agarrarme a ellos y no soltarme, quiero saber qué se siente cuando mi boca y tus huevos son uno.

Pasa por delante de mí sin saber qué pienso de ti... Pasa por delante y sigue tu camino pero, por favor, deja tu huella en mi cabeza y abrígame la cara con la pureza de tu semen, que yo lo relameré igual que relameré el recuerdo efímero en el que te convertirás cuando hayas desaparecido al doblar la esquina.


1 de junio de 2008

Acidez de domingo.



Vas y andas.

Vas y te caes.

Vas y te levantas.

Vas y no ves muy bien hacia dónde vas.

Te asomas al balcón y notas que tu espacio no está mordido por nadie ni por nada, sólo notas el humo que sale de tu garganta y que se te enrrosca entre las pestañas.

No es bueno comparar las relaciones..., y menos las relaciones que están en los primeros momentos dónde todo es fogosidad y hormonas alteradas.

Él no entiende que con el tiempo eso se diluye y ganas otras cosas. Otras cosas que no se tienen al principio. Otras cosas que pesan más que el sexo o la pasión..., al menos para mí.

Y no puedo hacerle entender. Y no puedo hacerle el amor como hace 6 años porque ahora le hago el amor de otra manera, como cada vez que le miro o me siento a su lado o le veo cocinar o le oigo cantar o me duermo en su hombro o en su lado de la cama cuando él no está. Así le hago el amor.

¿Es tan difícil de entender?

25 de mayo de 2008

No es tanto pedir... ¿O sí?


A veces la vida te arrastra como si fueras un diminuto grano de arena. Ingenuamente ves la ola venir (esa que piensas que está muy lejos, pero no, es un puto efecto óptico) y notas como te empuja del pecho hacia donde a ella le da la gana, como cuando de pequeño juegas a la gallinita ciega y te ponen una venda en los ojos y te mueves como perdido, dando bandazos.

Y por la calle alguien te pide fuego, te pregunta la hora y el nombre de una calle a lo que respondes de mala gana. Y luego lo ves que se aleja todo decidido y saca un mechero del bolsillo para encender un cigarro y seguro que cagarse en tus muertos. Y piensas que eso nunca te pasará con el chico de pantalones de chandal del metro. Él nunca te pediría fuego, él lo tiene ya de por si en la parte trasera.

Y te percatas de que tu vida está engullendo tus momentos como si fuera una tenia dentro del estómago de alguien..., sin que te des cuenta, sibilina y vorazmente. ¿Cómo puede ser eso?

Quiero unas tijeras para quitarme la venda de una vez. También quiero un cuchillo para clavárselo a la tenia entre los ojos y que me deje en paz y, así, poder saborear los momentos que me quedan y luego eructárselos al hombre del mechero en la cara.



9 de mayo de 2008

Dentro de un pez y deseo como anzuelo.


Las mechas del chico que se sienta delante de mí en el metro me hipnotizan y me horrorizan a la vez.

Fuera llueve y vamos todos como si estuviéramos dentro del estómago de una carpa. Somos tripas retorcidas.

Al chico ya lo conozco, he coincidido con él varias veces. Siempre va con chandal y tiene un culo como para perderse en él un rato y sacarse un bono para repetir una y otra vez. El caso es que de cara es normalucho y no tiene nada de estilo, pero cuando se da la vuelta para apearse me dan ganas de bajarme en esa parada que no es la mía y seguirle por el simple movimiento que hacen sus nalgas al andar.

Sin embargo de paquete decepciona..., y mucho. Siempre va con su novia, una chica diminuta y enjuta, supongo que a juego con la polla de su novio, y se van juntos y yo los miro..., bueno a él.

Y cuando salen yo espero en el estómago de la carpa a que empiece un nuevo día de mierda.

No mola eso de empezar el dia saliendo del culo de un pez.

4 de mayo de 2008

10 deseos con uñas.


Ayer vi a uno de mis primeros ex después de siglos enteros sin saber de él. El caso es que noté que cuando me vió huyó. Supongo que fue a causa de la tónica que se genera cuando acabas de mal rollo con alguien, es algo así como que te vuelves invisible y etéreo a los ojos del otro..., o quizá es que estaba más calvo y gordo que hace 5 años y no quiso que lo viera. Quizá es que me odia. Yo qué sé.

Me apenó no poder acercarme y preguntarle "¿Qué tal te va la vida, Alberto?"... Cierto es que se portó conmigo como un auténtico gilipollas, pero eso fue hace mucho... Siempre he tenido la espinita clavada de follármelo hasta los ojos. No se dio la oportunidad, pero me sacaría la espinita de la bragueta y se la clavaría a él.

A veces me doy cuenta de que somos deseos andantes. Y no, señores, no son los pies lo que nos hacen andar sino los deseos que logran camuflarse y disfrazarse de dedos... Ellos son los responsable de que vayamos avanzando poco a poco. Paso a paso.

¿No os queman los dedos de los pies?, ¿no os arden los deseos?, ¿no pensáis nunca que podéis dar un paso en falso por culpa de los deseos?. Y lo peor es que ahora en verano suelen ir más al aire y cuando miro hacia abajo los veo ahí..., recordándome deseos insatisfechos por lo bajini.

Qué pena y qué alegría que sólo podamos tener diez.

Paradójico.



23 de marzo de 2008

David.


Esta es la historia de David.

David se levantaba todas las mañanas para ir a la estación de trenes dónde trabajaba chequeando los equipajes de los pasajeros con un escaner ultramoderno. Era curioso eso de ver todo lo que la gente llevaba en el interior de sus maletas..., era como escarbar en sus vidas y siempre se sorprendía de algo que llevaba quien menos se lo esperaba.

Un día David empezó a sentir algo sorprendente. Por alguna extraña razón había empezado a escanear a la gente y a verlas por dentro. Veía quien era egoísta, quien estaba realmente enamorado y quien no. Podía percatarse de las mascaras internas de la gente, los sentimientos que se escondían por sus intestinos y también las razones de por qué las personas actuaban como actuaban.

Una noche David apareció muerto en su habitación. Nunca nadie supo por qué lo hizo. No había ninguna razón para que David se suicidara de aquella manera. De verdad que no, pensaba todo el mundo.

Nunca nadie supo que al mirarse al espejo David se escaneó a sí mismo y tuvo miedo, mucho miedo de lo que vio allí mismo, dentro de él, frente al espejo de su cuarto de baño, con los ojos fijos en sus propias retinas. No lo pudo soportar. Por eso lo hizo.

Sí, es una mierda, pero hoy me siento un poco David.


20 de marzo de 2008

Rest(form) in peace.


A veces mi vida parece una de esas camas hinchables Restform que se inflan y se desinflan cuando les da la gana. Y la mierda está en que no puedo devolverla porque la garantía caducó hace mucho, así que ahora me jodo y me quedo con ella.

He oído rumores que aseguran que todas las vidas vienen con defecto de fábrica, pero mejor que no se corra la voz porque podría armarse la gorda.

La cosa está en tener unos buenos pulmones para volverla a inflar rápidamente. No es imprescindible soplar, vale también si le gritas verdades dentro o le cuentas tus problemas en voz alta..., todo vale con tal de inflarla de nuevo.

El caso es que no sé nada de él desde ayer que me fui con un seco "me voy" que hasta se me clavó a mí... Quizá también se le clavó a mi cama Restform y por eso anda ahora bastante blandurria. No lo había pensando.

¿Alguien tiene unos pulmones artificiales para prestarme?


14 de marzo de 2008

Regueros de vida.



Odio el sonido que hacen dos bocas al besarse lascivamente. Me causa repulsa y malestar. Y no, no me refiero a un besito, sino a esa gente que casi se aspira y se absorbe delante de los demás.

Ahora en mi casa resuenan ese tipo de ecos por todos los rincones, y no puedo soportarlo. Se me retuercen las entrañas.

Pienso esto y delante de mí una chica árabe con velo negro y jeans desgastados se limpia con un cleanex mientras me doy cuenta que la rumana que está a su lado tiene los ojos demasiado separados. Es la chica camaleón. La chica burka y la chica camaleón. Bien podrían ser protagonistas de una serie de dibujos animados.

Esta noche he soñado que no quería decir mi edad a una peluquera que me lo preguntaba, siendo que a mí eso nunca me ha importado. ¿Me estaré haciendo viejo?

Y todavía resuenan en mi cabeza ecos de la BSO de Eternal Summer que me incita a correr hacia atrás y buscar a Oliver para decirle todo lo que nos quedó por decirnos cuando teníamos 9 años... Aunque a esa edad no se dice nada en serio, sólo se vive en serio. Mucho más que ahora.

9 de marzo de 2008

Eternal Summer.


Yo creo que le echo de menos... Bueno, no, estoy seguro. Le echo mucho de menos.
A veces las cosas me afectan más de lo que debieran cuando estoy lejos de él. Lo noto porque estoy más sensible, más blando..., y esto no me pasaría si estuviese a su lado.

Y pienso que me gustaría echarle de menos aunque lo tuviera al lado, pero simplemente por el hecho de que, de esa manera, estaría más cariñoso y pegajoso..., cosa que me falla cuando lo tengo cerca.

No sé por qué soy así. A veces me doy miedo.

Y lo que siempre echaré de menos será un amor de junventud, de esos que marcan para toda la vida, de esos que son como un tatuaje en tus recuerdos que no puedes ni quieres borrar, de esos que están grabados en la banda sonora de tu vida a golpe de piano... Algo de eso tuve, sí, pero la mayoría de mi infancia estuvo narcotizada.

Quiero ser protagonista de un drama asiático y sufrir... Sufrir por él. Como Jonathan y Shane.


24 de febrero de 2008

Empacho.


La vida es tan pesada como un plato hasta arriba de cuscús.

A veces te lo sirven con cordero y a mí no me gusta el cordero, pero me lo tengo que comer. Por eso la vida que me toca la tengo que vivir, aunque no me guste por momentos. Me aguanto, ya vendrán otros momentos de cuscús con pollo, que esos sí los devoro.

Hoy me siento como la boquilla de un cigarro cuando te haces un porro; desarraigada, triste, arrugada, desmembrada, solitaria y estúpida.

Que alguien me de una calada, por favor.


16 de febrero de 2008

Fumado en ADN.


A veces noto la cara de la gente emborronada, como si les hubieran pasado una goma de borrar por toda la jeta dejándolos incompletos y con gestos fantasmagoricos.

Y no es plan de sacar un lapiz y empezar a recomponerlos porque ni soy buen dibujante ni me incumbe. Bastante tengo cuando me difumino a mí mismo y tengo que arreglar el desastre trazo a trazo.

Luego hay gente que nunca se le emborrona la cara..., son los que usan máscara, los que por debajo no tienen nada, solo huecos rellenos de carencias.

Yo no quiero.

27 de enero de 2008

Vida y colores.


Cada vez que veo a una señora con la permanente recién hecha y recién cardada (de esas que parecen un casco a prueba de tsunamis) me dan ganas de cagarme en su cabeza. Algo así como cuando un águila pone los huevos en su nido..., pues yo igual. Agacharme mientras flexiono las rodillas, apretar fuerte mientras le va cayendo en todo lo alto y, finalmente, que se quede ahí como polluelos recién nacidos pero sin el característico "pío pío". Estaría bien.

Hoy mi madre me ha lloriqueado porque mi hermano casi nunca se acuerda de ellos y casi no llama para preguntar cómo se encuentra mi padre. Me ha llegado a decir que hasta piensa que toma drogas..., pero no veo yo a mi hermano drogándose. Simplemente es un mal hijo y punto.

Casi tan mal hijo como yo, que he sido incapaz de levantarme y darle un abrazo a mi madre. Al menos no le doy disgustos. El que sea maricón ya lo tiene superado. Un día me llegó a decir que prefería que fuese así a no como mi hermano, de mujer en mujer y sin sentar la cabeza pese a sus cuarenta y pico años.

No soy un mal hijo, simplemente soy incapaz de enfrentarme con situaciones de alto contenido emocional como puede ser esa. Nunca me han enseñado. No sé cómo se hace.

Así voy de culo en la vida. Eso sí que lo sé.


26 de enero de 2008

Declaración de intenciones.

Por mucho que la vida me sonría siempre me empeño en buscarle una caries.

Soy así, un dentista del pesimismo. Sin remedio. Con alevosía.