3 de abril de 2016

Like crazy



Acabo de ver una de estas películas americanas independientes que sólo se diferencian de las comerciales en la banda sonora gafapasta y en que son más pedantes a la hora de hablar del amor, aun así, son las únicas que me permito ver para no contaminar mi mente demasiado. Al principio de la peli, y después de tener la primera cita, el chico le dice a la chica que le lea algo de lo que escribe mientras están en la cama -vestidos- y mirándose fijamente mientras sus pupilas juegan a eclipsarse. Le doy al pause y pienso: "¿Por qué nadie me ha preguntado a mí eso?". Lo sé, la vida no es una peli independiente americana ni nada que se le parezca. Quizá es mi culpa puesto que soy el director de casting más desastroso de la faz de la tierra, y todos sabemos que si los "actores" no son los correctos, el guión poco puede hacer para salvar una historia que ya tiene el "The end" en los títulos del principio.

Si alguien se sienta en mi cama no es para jugar a eclipsar nuestras pupilas, sino para practicar el concierto de las braguetas con la batuta en la mano. Ante esto, ¿cómo puedo pretender que alguien me pida que lea algo? A la gente no le interesa lo que escribo, sólo les importa el trozo de carne que me cuelga entre las piernas y la eterna certeza de que lo van a volver a tener dentro. La gente sólo lee las líneas que se forman en mi prepucio o las de mi frente cuando caigo en la cuenta de que no sé muy bien qué estoy haciendo. No hay esfuerzo, no hay interés..., no hay esperanza.

¿Y si me lees las ganas que tengo de salir de aquí?



No hay comentarios: