10 de mayo de 2018

Gatillazo feliz

Fotografía: Carlos Darcer.


Esta mañana antes de ir a trabajar, y contradiciéndome por enésima vez, he quedado con un chico para que viniera a casa y me hiciera una mamada. No han habido besos, ni preliminares, ni charla, ni se ha quitado la ropa y, lo más importante, ni siquiera he tenido una erección... Por primera vez en mi vida no se me ha levantado. ¿Y creéis que me averguenzo en decirlo? ¡Todo lo contrario! Creo que mi polla y corazón se han conectado por primera vez en mucho tiempo. Imaginaos: yo con los pantalones bajados y ese pequeño bastardo rojo que bombea sangre susurrando a mi polla que se estuviera quieta, y ella, haciendo caso, como si estuvieran jugando a "Un, dos, tres, palito inglés" y le tocara estar totalmente estática antes de que el corazón se diera dar la vuelta.

"¿Qué te pasa a ti?", ha preguntado el chico con mi polla flácida en su mano, a lo que le he contestado: Pues que sin besos, ni preliminares todo me parece demasiado frío. Lo dejamos, ¿vale?." Él, por supuesto, ha estado de acuerdo. "No te preocupes", me ha dicho antes de salir por la puerta. "Tranquilo, que no me preocupo", le he dicho de la manera más sincera del mundo.

Aquello ha sido mejor que un orgasmo... Quizá mi corazón le ha arrebatado el mando a mi pene, quizá ahora cante más fuerte que esas notas guturales que salen por mi uretra gritando hasta quedarse afónico. Quizá mi corazón haya despertado, dándose cuenta de que hay que cambiar y no hacerle tanto caso a la cabeza que, a veces, vuela tan alto como para dejarme ver ese monte de culos nevados por el que tanto ansío esquiar. 

Todo esto lo digo, pero sigo estando cachondo.

No hay comentarios: